La alergia es una respuesta exagerada del sistema inmune de nuestro organismo frente a ciertas sustancias inocuas con las que entramos en contacto y que el organismo identifica como dañinas. Las partículas de polen de diferentes plantas pueden provocar ese efecto. Existen tratamientos capaces de atenuar o curar la alergia al polen.

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En España, unos 7 millones de personas se enfrentan cada primavera a la alergia a diferentes tipos de polen. El porcentaje de personas afectadas puede llegar hasta el 30% entre los jóvenes. A nivel europeo, la prevalencia de alergia al polen puede ser todavía mayor, afectando hasta el 40 % de la población, situando al polen como uno de los alérgenos más comunes en Europa.

 

Qué es la alergia al polen

La alergia al polen o polinosis suele ser un fenómeno marcado estacionalmente. Comienza a notarse a finales del invierno y principios de la primavera, alargándose hasta el comienzo del verano, coincidiendo con el apogeo en la polinización de las plantas.

La causa principal de la alergia es la hipersensibilidad al polen de determinadas plantas que activa al sistema inmunológico de manera exagerada, produciendo reacciones inflamatorias que originan los típicos síntomas alérgicos.

La alergia no es una condición congénita. Por el contrario, con el transcurso del tiempo y dependiendo de factores genéticos y ambientales podemos hacernos alérgicos a ciertas sustancias o alérgenos con los que estamos en contacto.

En el proceso de sensibilización los alérgenos activan nuestro sistema inmune haciendo que produzcamos un tipo de anticuerpo denominado inmunoglobulina E (IgE). Las inmunoglobulinas son proteínas que producen las células defensivas contra agentes externos. Existen cinco tipos de inmunoglobulinas (IgA, IgD, IgE, IgG, IgM). La IgE es una inmunoglobulina que en situaciones normales nos defiende, específicamente, contra las enfermedades parasitarias.

 

Qué tipos de polen pueden causar alergia

El tipo de planta que más alergia al polen causa en España y también en Europa es el de las gramíneas (familia Poaceae). La gran alergenicidad de sus pólenes y su extensa distribución geográfica propician este hecho. Además, su periodo de polinización es muy amplio.

Entre los árboles, el polen más alergénico es producido por el abedul en el norte, centro y este de Europa. La alergia al olivo y al ciprés es más común en las regiones mediterráneas. El polen causante de alergia también es producido por varias plantas herbáceas.

De este modo, además de las gramíneas, los diferentes tipos de polen que pueden causar alergia incluyen, entre otras:

    • Salicáceas. Como el sauce llorón y el álamo negro.
    • Platanus. El plátano de sombra está muy presente en las ciudades. Su polinización es explosiva y se produce entre marzo y abril.
    • Cupresáceas. Incluyen al ciprés y las arizónicas.
    • Betuláceas. Incluyen al abedul, el aliso o el avellano.
    • Urticáceas. Las ortigas o la parietaria son algunos ejemplos.
    • Fagáceas. Incluyen al roble, el castaño o el haya.
    • Oleáceas. Ejemplos: olivo, fresno, jazmín o lilo.
    • Plantagináceas o malas hierbas.
    • Poligonáceas. Incluyen la acedera, las plantas ornamentales o el trigo sarraceno.
    • Populus. Como el álamo o el chopo.

La intensidad de la polinización es otro elemento que influye en las reacciones alérgicas. A mayor concentración de polen existe una mayor probabilidad de experimentar síntomas alérgicos con mayor intensidad.

Por otro lado, la contaminación también puede ser un factor favorecedor. Los contaminantes particulados se adhieren a los pequeños granos de polen que actúan como transportadores de partículas dentro del tracto respiratorio. Por efecto tóxico directo dañan la mucosa del tracto respiratorio y pueden dar lugar a una inflamación local que facilita la entrada de los alérgenos. También modifican la respuesta inmunológica del organismo incrementando la síntesis de anticuerpos IgE frente al polen.

Finalmente, es preciso señalar que debido al calentamiento global las plantas cambian el momento de sus etapas de desarrollo, incluida la floración y la liberación del polen. De este modo, tanto el inicio como la duración de las estaciones de polen pueden verse incrementadas.

 

Síntomas de la alergia al polen

La exposición a alérgenos del polen transmitido por el aire o su inhalación puede desencadenar respuestas alérgicas de la nariz (rinitis alérgica, comúnmente conocida como fiebre del heno), los ojos (rhino conjuntivitis) y bronquios (asma bronquial).

De este modo, en función de la época del año, el tiempo de exposición, el nivel de concentración del alérgeno y de las características individuales los síntomas suelen incluir:

    • Conjuntivitis, picor de los ojos y lagrimeo.
    • Picor de garganta y estornudos.
    • Dolor de cabeza.
    • Problemas respiratorios, pitos en el pecho, congestión nasal, rinitis y tos.
    • Asma.
    • Fatiga e irritabilidad.

Para llevar a cabo el diagnóstico de la alergia al polen las pruebas necesarias que realizará el alergólogo incluyen:

    • Historia clínica. Es importante saber cuándo y cómo aparecen los síntomas de alergia y la medicación que le va bien. Además, la exploración física deberá incluir la auscultación pulmonar y la exploración de signos de atopia.
    • Prick test. Consiste en aplicar diferentes muestras de polen en el antebrazo, junto con una pequeña incisión en la piel. De este modo, el alérgeno puede penetrar, pudiendo provocar diferentes reacciones inflamatorias si existe alergia transcurridos 15-20 minutos.
    • Análisis de sangre. Permite la detección de anticuerpos frente a los alérgenos de cada tipo de polen, en especial la IgE específica.
    • Prueba de provocación. Tras la administración del posible alérgeno se observa la respuesta que provoca.

 

¿Hay alguna solución definitiva frente a la alergia al polen?

La inmunoterapia o vacuna de la alergia consiste en la administración por vía subcutánea, oral o sublingual de dosis controladas de alérgenos. Es el único tratamiento capaz de modificar el proceso alérgico y, por tanto, de curarlo. Este tratamiento no es efectivo en todos los pacientes, pero cuando se aplica de manera óptima, puede alcanzar un alto porcentaje de éxito.

Por otro lado, el tratamiento de la alergia al polen también puede consistir en un tratamiento centrado en aliviar los síntomas, con la administración de antihistamínicos, broncodilatadores y corticoides.

 

Recomendaciones para las personas con alergia al polen

Algunas recomendaciones que pueden ser de ayuda para reducir la exposición y los efectos de la alergia al polen incluyen:

    • Tener en cuenta los niveles de concentración de polen antes de salir a la calle.
    • Protegerse con gafas de sol y mascarilla.
    • Evitar las horas de mayor polinización (entre las 5 y las 10 h y las 19 y 22 h).
    • Cerrar las ventanas de casa y las ventanillas del coche durante los viajes.
    • Cerciorarse de la presencia de filtro antipolen en los vehículos y en los aparatos de aire acondicionado.
    • No tener plantas de interior que pudieran ser problemáticas.
    • No automedicarse y visitar al alergólogo.

 

Fuentes