La demencia es un síndrome progresivo que se caracteriza por un deterioro cognitivo que no se circunscribe a un efecto normal del envejecimiento. La demencia afecta a aspectos cognitivos como el pensamiento, la comprensión, la memoria, el aprendizaje y el lenguaje. Además, el deterioro de la función cognitiva suele asociarse al deterioro del control emocional y del comportamiento social.

La demencia es cualquier disminución en la función cognitiva lo suficientemente significativa como para interferir en la independencia del funcionamiento individual cotidiano.

Hasta no hace mucho se utilizaba el término “demencia senil” que ahora se considera obsoleto y ya no se usa en la práctica clínica. Esto se debe a que el envejecimiento o la edad en sí mismos no suponen la causa de la demencia. Esta puede ser causada por diversas enfermedades y afecciones del cerebro, como la enfermedad de Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares, entre otros.

Tipos de demencia y sus causas

La demencia es una de las principales causas de discapacidad, especialmente en personas mayores, como atestiguan los más de 55 millones de personas que la padecen en todo el mundo. De estos, cerca de un 70 % son casos de alzhéimer.

En nuestro país, más de un millón de personas padecen la enfermedad de Alzheimer, afectando principalmente a la franja de edad comprendida entre los 80 y 86 años.

La demencia es un síndrome que se diagnostica en base a unos criterios clínicos, puesto que no dispone de una prueba específica, ni analítica ni radiológica, que permita establecer el diagnóstico con seguridad. Dichos criterios clínicos incluyen el deterioro de las funciones cognitivas, una evolución progresiva, la afectación de las actividades diarias habituales relativa al deterioro cognitivo, y la ausencia de otra enfermedad que explique por sí misma la pérdida de funciones superiores. Además, se trata de un síndrome adquirido (no presente en el momento de nacer) y el paciente ha de tener un nivel de consciencia normal.

Podemos establecer 4 grandes grupos de demencia:

  • Enfermedad de Alzheimer (o Demencia Degenerativa Primaria o Demencia tipo Alzheimer).
  • Demencia Vascular.
  • Demencia asociada a párkinson. Incluye la variante demencia-párkinson como la demencia por cuerpos de Lewy.
  • Demencia Frontotemporal. Incluye múltiples variantes, siendo las más importantes la variante conductual, las afasias primarias y las demencias con parkinsonismo atípico).

En ocasiones coexisten varios tipos de demencia y hablamos de demencia mixta.

Las causas específicas de las demencias son desconocidas. Lo más probable es que intervengan tanto factores ambientales como genéticos en la aparición y el progreso de la enfermedad.

Entre los factores que incrementan el riesgo de padecer demencia se incluyen:

  • La edad (especialmente a partir de los 65 años).
  • Factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, diabetes, obesidad, etc.)
  • Consumo de sustancias neurotóxicas (principalmente tabaco y alcohol).
  • El sedentarismo y la inactividad física.
  • El aislamiento social y la depresión.

 

Primeros síntomas de la demencia

La demencia presenta un comienzo insidioso o progresivo y puede afectar a cualquier área cognitiva. Dado que la demencia más frecuente es el alzhéimer, podemos decir que el área más afectada inicialmente es la memoria. Sin embargo, pueden verse afectadas con anterioridad otras cualidades cognitivas.

Además, la alteración anímica, sea en forma de depresión o de cambios de humor sin justificación, puede ser una señal de alarma de un problema cognitivo subyacente.

Los síntomas iniciales pueden incluir, entre otros:

  • Alteración de memoria para hechos recientes (acontecimientos, conversaciones, citas, …).
  • Pérdida y extravío de objetos (los guarda en lugares no habituales y luego no los encuentra).
  • Desorientación en espacio (tanto en lugares conocidos como, ocasionalmente, en el domicilio).
  • Desorientación en el tiempo (confusión de fechas, incluso del momento del día).
  • Dificultad en resolver problemas habituales o tomar decisiones.
  • Dificultad en el lenguaje (no encontrar las palabras adecuadas en una conversación, o dificultad en nombrar objetos cotidianos).
  • Alteraciones del ánimo o de la conducta (depresión, cambios de humor repentinos, irritabilidad, …).

Etapas o fases de la demencia

No existen dos casos de demencia idénticos. Las causas y el impacto de la enfermedad en cada individuo son factores determinantes a la hora de valorar los síntomas y su evolución.

Existen diferentes escalas para establecer las fases de la demencia atendiendo al deterioro cognitivo, pero también a la repercusión funcional que conlleva.

De modo genérico podemos diferenciar tres fases en el transcurso de la enfermedad:

  1. Fase temprana. Se trata de una fase preclínica, con síntomas leves o muy leves, que no afectan de manera significativa a las actividades de la vida diaria. Los síntomas más comunes incluyen pérdidas de memoria, desorientación en el espacio y pérdida de la noción del tiempo.
  2. Fase intermedia. En esta etapa los síntomas se van haciendo más evidentes, limitando cada vez más las acciones y la autonomía de la persona afectada. Incluye olvidos de acontecimientos recientes y nombres de personas, desorientación en el propio hogar, problemas de comunicación, necesidad de ayuda para tareas cotidianas como el aseo y cambios de comportamiento.
  3. Fase severa o tardía. En esta etapa la dependencia funcional de la persona con demencia es importante. Ya están presentes alteraciones graves de la memoria y los síntomas físicos se hacen evidentes. Existe una creciente desubicación en el tiempo y en el espacio, con dificultades manifiestas para reconocer a familiares y amigos, dependencia para el aseo y cuidado personal, dificultades para caminar y alteraciones del comportamiento que pueden llegar a ser severas.

Prevención y tratamiento de la demencia

No existe en la actualidad ningún tratamiento que pueda curar la demencia o revertir su progresión. Los fármacos específicos anti demencia actuales intentan enlentecer la progresión de la enfermedad. Se están desarrollando múltiples investigaciones con potenciales nuevos fármacos que consigan alterar realmente el curso de la enfermedad.

Sin embargo, el tratamiento de la demencia no es solo farmacológico, sino que debe incluir medidas que mejoren el bienestar del paciente. También es muy importante la atención y cuidado del cuidador, puesto que la demencia la padece una persona, aunque la sufre todo su entorno.

El tratamiento farmacológico de la demencia abarca tres aspectos fundamentales:

  • Tratamiento específico de las alteraciones cognitivas. Incluye inhibidores de la acetilcolinestarasa (indicados en estadio leve y moderado) y memantina (indicado en estadio severo tanto en monoterapia como en asociación con anticolinesterásicos).
  • Tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular. Incluye el tratamiento con antihipertensivos, antidiabéticos, hipocolesterolemiantes, etc.
  • Tratamiento de las alteraciones de la conducta. Incluye hipnóticos, ansiolíticos, antidepresivos y antipsicóticos.

Además, la atención sanitaria a los pacientes con demencia debe incluir otros objetivos:

  • Un diagnóstico precoz para tratar de imposibilitar al máximo la progresión de la enfermedad.
  • Optimizar la salud física, la cognición, la actividad y el bienestar a todos los niveles.
  • Diagnosticar y tratar otras enfermedades también presentes en el paciente con demencia.
  • Detectar y tratar los síntomas conductuales y psicológicos más problemáticos.
  • Atender a las necesidades del cuidador.

En cuanto a las medidas de prevención, los estudios muestran que se puede reducir el riesgo de padecer demencia con hábitos saludables. De hecho, se calcula que alrededor de un tercio de los casos de demencia son atribuibles a factores de riesgo modificables como la inactividad física, el tabaquismo y la hipertensión. De este modo, para prevenir la demencia se recomienda, especialmente:

  • Una dieta saludable, rica en alimentos vegetales y con un aporte adecuado de todos los nutrientes.
  • Hacer ejercicio de forma cotidiana.
  • No fumar y evitar el consumo excesivo de alcohol.
  • Un peso corporal saludable.
  • Controlar los factores de riesgo cardiovascular (tensión arterial, colesterol y diabetes).
  • Mantener una vida social activa.

 

Otros factores que se relacionan con un mayor riesgo de demencia contra los que se pueden establecer medidas de control y prevención incluyen un nivel educativo bajo, el aislamiento y la inactividad cognitiva.