Los padres desean que sus hijos crezcan felices y lleven vidas independientes. Pero, cuando llega el momento de que se marchen de casa, pueden experimentar sentimientos de soledad, tristeza y vacío.

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La emancipación de los hijos es un proceso normal y natural. No obstante, para los que se quedan en casa puede implicar volver a adaptarse, organizar nuevas rutinas y reestructurar el núcleo familiar. En algunos casos, esto puede hacer que los padres se desestabilicen emocionalmente y experimenten un periodo difícil, mustio y compungido.

Qué es el síndrome del nido vacío

El ‘síndrome del nido vacío es un periodo de transición habitual que se da cuando los hijos se marchan de casa, bien porque van a estudiar fuera o porque se emancipan. La sensación para unos padres es de éxito, al ver que sus hijos se han convertido en adultos independientes y que progresan en la vida.

Sin embargo, para otros progenitores este periodo de cambio puede vivirse con cierta tristeza y con sensación de pérdida. Es cuando puede desarrollarse el síndrome del nido vacío. Con él pueden surgir emociones negativas, similares a las de una etapa de duelo, con emociones de pena, soledad y melancolía.

Según cifras médicas, las mujeres pueden ser más propensas a este síndrome en comparación con los hombres, aunque la incidencia se va equiparando en ambos sexos debido a los nuevos modelos y roles familiares.

Los psicólogos advierten que la nueva situación requiere un periodo de adaptación para ambas partes, hijos y padres. Por eso puede ser normal que la tristeza y la nostalgia hagan acto de presencia al inicio. Los padres deben adecuarse de pasar a tener los hijos en casa a no tenerlos, algo que les cambia la vida por completo. Y es que no solo queda un espacio físico vacío, sino también emocional.

La relación padres-hijos traerá cambios, pero no significa que termine. Se inicia una etapa de reajuste y de elaboración de nuevos roles y patrones de interacción en la familia.

 

Cómo superar el síndrome del nido vacío: nueva rutina

 

Síntomas del nido vacío

Los sentimientos que aparecen en el síndrome del nido vacío suelen ser diversos. La mayoría de las emociones negativas comunes suelen ser pasajeras e irán diluyéndose con el paso del tiempo. En la mayoría de los casos estas emociones incluyen:

– Soledad y tristeza

– Angustia y cierto nivel de ansiedad

– Trastornos del sueño

– Síntomas asociados a la depresión, como fatiga, desgana y cansancio

En ocasiones, la marcha de los hijos coincide con fases de la vida que traen consigo otros cambios complicados de encajar, como la jubilación o la menopausia en las mujeres. Todo ello, combinado con la partida de los hijos del hogar, puede desembocar en estados más intensos de aflicción, decaimiento y pesadumbre. Por este motivo, es importante analizar bien la situación y comprender por qué uno se siente así.

Asimismo, existen algunos factores previos a la marcha de los hijos que pueden favorecer la aparición del síndrome del nido vacío, como relaciones materno-filiales muy dependientes o tener dificultad para aceptar el cambio. Los expertos aseguran que aquellos padres que han basado la educación en fomentar la autonomía de sus hijos pueden manifestar menos problemas para superar este cambio de vida.

Cómo superar el síndrome del nido vacío

De acuerdo a los psicólogos, si aparecen algunos de estos sentimientos cuando los padres se quedan solos en casa, podemos seguir ciertas medidas que nos ayudarán a superarlos:

– Mantener el contacto con los hijos: es importante que la relación continúe siendo lo más cercana posible, aunque ya no vivan en casa, y regular a través de llamadas, mensajes, visitas, correos electrónicos, etc.

– Aceptar la nueva situación: pensar en ayudar a nuestro hijo a que las cosas le vayan bien cuando se vaya de casa es clave.

– Mantener una actitud positiva: la nueva situación abre la puerta a nuevas posibilidades, más tiempo y más energía que podemos dedicar a la pareja o a intereses personales que hayamos aplazado. Puedes iniciar una nueva rutina para reemplazar la anterior, lo que te ayudará también a mejorar tu autoestima.

– Pedir ayuda, en caso necesario: si no superas las dificultades frente al nido vacío es recomendable que busques apoyo en familiares, personas cercanas o en profesionales que te puedan guiar. La tristeza no debe convertirse en algo permanente, ni creer que eres incapaz de retomar la rutina habitual o que la vida no vale la pena.

Si estás pasando por el síndrome del nido vacío date tiempo para adaptarte. Tienes que darte un período suficiente largo para reestructurar tu día a día, que se ha visto alterado completamente.