La fiebre del Nilo Occidental es una enfermedad emergente en Europa que ha mostrado un incremento en el número de casos en la última década. En 2020 tuvo lugar un aumento inusual en el número de personas afectadas, sobre todo durante la temporada y en las zonas donde se han detectado aves o mosquitos infectados. Es previsible que el virus se pueda expandir hacia nuevos territorios.

 

Qué causa la Fiebre del Nilo Occidental

La fiebre del Nilo Occidental es una zoonosis o infección que pasa de animales a humanos causada por determinadas cepas del virus del Nilo Occidental (familia Flaviviridae, género Flavivirus) que se transmite mediante la picadura de mosquitos.

El principal reservorio animal del virus son aves silvestres o domésticas. De este modo, son capaces de tener el virus sin la aparición de síntomas, jugando un papel muy importante en su mantenimiento y diseminación, a veces a largas distancias a través de las rutas migratorias. Algunas especies de aves son especialmente susceptibles, por lo que el virus puede causar eventos de alta mortalidad, como en el caso de los cuervos.

En cuanto a la afectación humana, algunos mamíferos como los caballos y los humanos pueden ser huéspedes accidentales que no transmiten la enfermedad, pero sí pueden padecerla. Los casos en humanos parecen ir en aumento.

 

Características de la Fiebre del Nilo occidental

Los seres humanos se infectan principalmente a través de picaduras de mosquito del género Culex, aunque es posible que también participen en menor medida en su transmisión otros artrópodos como garrapatas, moscas y piojos infectados con el virus.

Además, la infección también puede transmitirse a través de transfusión de sangre o trasplante de órganos de personas infectadas, vía transplacentaria y por exposición accidental.

 

Tras un período de incubación de 2 a 14 días, hasta el 80 % de las infecciones en humanos son asintomáticas. Entre los casos con síntomas, la mayoría son leves y presentan cuadros similares a la gripe. En menos del 1 % se presentan cuadros graves de afectación neurológica (encefalitis, meningitis o parálisis flácida) y de estos casos graves, un 10 % pueden llegar a fallecer. Los casos más graves suelen afectar a personas mayores de 50 años o personas que han recibido un trasplante de órganos. La infección confiere inmunidad duradera en el futuro.

En los últimos años, el virus ha aparecido en forma de brotes epidémicos con una alta proporción de casos graves en regiones templadas de Europa y América del Norte, convirtiéndose en una amenaza emergente de salud pública.

 

Tratamiento de la Fiebre del Nilo Occidental

No existen vacunas ni antivirales específicos para la enfermedad, por lo que el tratamiento se centra en el manejo de los síntomas.

Una vez que el médico ha hecho un diagnóstico de la infección, las personas con afectación más leve pueden tratarse sintomáticamente como pacientes ambulatorios y tienden a tener un buen pronóstico. Sin embargo, los pacientes con síntomas neurológicos por lo general requieren atención en la UCI a largo plazo. Después de la infección, la lesión neurológica puede incluir afectación motora y cognitiva. Muchos pacientes tienen déficits neurológicos residuales que pueden tardar mucho en recuperarse o incluso ser permanentes.

En cuanto a la prevención de la infección, esta se centra en medidas de control de los vectores de transmisión, protección personal frente a las picaduras e identificación y manejo de los casos con afectación neurológica.

En los brotes en humanos producidos en nuestro entorno, la vigilancia de los focos en caballos ha sido un elemento clave para delimitar el territorio epidémico.

Recorrido y situación de la enfermedad en España

En España se ha documentado la presencia de virus del Nilo Occidental desde finales del siglo XX. Además, se realiza vigilancia en animales desde 2001 y en humanos desde 2007. De este modo, se conoce la presencia del virus en ciertas regiones de la Península Ibérica donde existen humedales en los que cohabitan aves y mosquitos.

El primer caso identificado en humanos tuvo lugar en 2004, con casos esporádicos posteriores identificados en 2010 y 2016.

En la actualidad se describe en España una situación endémica de la enfermedad, debido a que reúne unas condiciones favorables por la gran variedad de posibles reservorios, la proximidad a otras zonas endémicas del Mediterráneo, las características ecológicas y climáticas, las rutas migratorias de aves procedentes de áreas afectadas y la presencia de vectores competentes ampliamente difundidos por la geografía española.

En 2020 se detectó un aumento de la incidencia sin precedentes en nuestro país, con 77 casos humanos y 8 fallecimientos en las provincias de Badajoz, Cádiz y Sevilla. En 2021 se detectaron 6 casos en la provincia de Sevilla, siendo la primera vez que se identificaron casos humanos en temporadas consecutivas. En 2022 los casos en humanos se elevaron a 5, con 6 focos identificados en caballos y 9 focos en aves.

En Europa, hasta el 23 de noviembre del 2022 se habían notificado 1.191 casos en humanos con 85 fallecimientos. Estos brotes europeos se han asociado a dos linajes del virus con características similares de patogenicidad en humanos:

  • Linaje 1. Distribuido en Europa, África, Oriente Medio, India, Australia y América.
  • Linaje 2. Distribuido en África Subsahariana y Madagascar, con casos recientes en Austria, Hungría, Grecia y Rusia.

Los casos de fiebre del Nilo Occidental suelen atender claramente a factores estacionales. De este modo, en los años 2021 y 2022 en nuestro país tuvieron lugar los casos durante los meses de agosto, septiembre y octubre.

 

De los 10 casos autóctonos, 6 fueron mujeres y 4 hombres. La edad mediana fue de 69 años, con un rango de 40 a 90 años. Todos los casos presentaron clínica neurológica y fueron hospitalizados. Solo uno de los casos concluyó con el fallecimiento del paciente (mujer de 73 años, con enfermedad grave previa).

El riesgo en conjunto, teniendo en cuenta la probabilidad de transmisión y el impacto de la enfermedad, es moderado en las zonas donde se han detectado previamente focos equinos, aves o mosquitos infectados y ya se han producido casos en humanos.

 

Fuentes