La flexibilidad metabólica consiste en la capacidad de enseñar a nuestro cuerpo a consumir las reservas de las que dispone. Cuando lo conseguimos, nuestro organismo es capaz de alternar con eficacia las distintas fuentes de energía disponibles que tenemos.

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Los carbohidratos y las grasas son las principales fuentes de combustible que tiene nuestro organismo para producir energía. Todo el mundo necesita energía, desde la persona más sedentaria hasta los deportistas de élite.

De ahí que lo que comemos sea tan importante, pero también lo es el momento en el que lo hacemos. La variación en la alimentación ayuda a promover la flexibilidad metabólica a través de la adaptación del organismo.

Qué es la flexibilidad metabólica

La flexibilidad metabólica es la capacidad que tiene el cuerpo humano para aumentar el uso de combustible disponible a través de la dieta. Si consumimos más grasa, el cuerpo quemará más grasa; si comemos más carbohidratos, el cuerpo favorecerá los carbohidratos como combustible.

Las personas con flexibilidad metabólica pierden grasa de una manera más eficaz y tienen mayor masa muscular. Esto permite que el cuerpo se adapte mejor y de forma adecuada al tipo de alimentación que se sigue.

Ser metabólicamente flexible significa, por tanto, que el cuerpo puede cambiar de manera eficiente para funcionar con el combustible que tiene más disponible. Es similar a lo que haría un vehículo híbrido, que puede utilizar tanto un motor de gasolina como uno eléctrico para funcionar en función del tipo de energía que recibe.

Cómo conseguir flexibilidad metabólica

Cómo conseguir flexibilidad metabólica

La clave para entender la flexibilidad metabólica es comprender cómo regula la insulina nuestra energía. Una persona sana puede cambiar de manera eficaz entre grasas y carbohidratos como fuente de combustible. Alguien que es resistente a la insulina no puede hacerlo con tanta efectividad.

La insulina es la hormona que regula el nivel de azúcar en la sangre porque transporta la glucosa al torrente sanguíneo. Después de comer, los niveles de insulina son altos. Durante los periodos de ayuno, alguien que sea flexible metabólicamente puede aprovechar sin problemas la grasa corporal almacenada.

Hay algunas estrategias que te ayudarán a mejorar y a entrenar el metabolismo. Algunas de las más eficaces son:

  • Realizar ejercicio físico. El ejercicio es una de las formas más eficaces de revertir la resistencia a la insulina. Variar el tipo de entrenamiento (de fuerza, actividad aeróbica, de resistencia, etc.) puede dar al cuerpo la ayuda que necesita para aprovechar sus reservas de grasa. Los distintos tipos de ejercicio usan diferentes mezclas de combustible.
  • Ayuno intermitente. Es importante trabajar poco a poco para aumentar el intervalo de comidas. Medir el tiempo de la ingesta de nutrientes puede ayudar al cuerpo a usar la grasa de forma más eficaz. Cuanto más largo sea el período de ayuno, más tiempo tendrá el cuerpo para aprovechar sus reservas de grasa, lo que puede ayudar a combatir la obesidad. El efecto será más eficaz si se reduce la ingesta de carbohidratos (sobre todo azúcares simples) según ha publicado Ageing Research Reviews.

En la época paleolítica, cuando no tenían acceso a la abundancia de alimentos de hoy, se vieron obligados a pasar largos períodos de tiempo sin comer y, por tanto, su metabolismo los mantuvo vivos al quemar grasa que tenían almacenada.

  • Seguir una alimentación adecuada. Es recomendable que evites las grasas trans y las saturadas. Además, es importante que obtengas las grasas de fuentes ricas en nutrientes como aceite de oliva, aguacates, nueces, semillas y pescados grasos. También te ayudará consumir alimentos ricos en antioxidantes, ya que se relacionan con un menor riesgo de síndrome metabólico y un aumento de la sensibilidad a la insulina.
  • Observar los principios de la crono nutrición. Todos nuestros órganos y tejidos presentan relojes internos, y el de grasa es uno de ellos. Para respetar su ritmo y que no se produzcan alteraciones metabólicas hay que comer antes de las 15:00 horas y cenar dos horas y media antes de ir a la cama.

Siempre que quieras introducir algún cambio brusco en la alimentación, recuerda laimportancia de consultar con un nutricionista para trasladarle todas las dudas que tengas.

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Fuentes:

Revista Americana de Fisiología

Ageing Research Reviews