El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente en la población y consiste en una reducción de la capacidad para dormir que afecta directamente a la calidad de vida del individuo, a su rendimiento laboral y/o deportivo y a sus relaciones sociales.

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Infografía Lucha Contra el Insomnio

La cantidad de sueño que cada individuo necesita para sentirse descansado y con energía varía de una persona a otra, y cambia a lo largo de la vida. Un bebé duerme hasta 18h al día, en la niñez y adolescencia se reduce a unas 10 horas, los adultos dormimos normalmente unas 7 u 8 h y los ancianos tienen un sueño más fragmentado y frágil y no duermen más de 6 o 7 horas.

¿Qué tipos de insomnio son los más comunes?

Según las causas hablamos de:

  • Intrínseco, si se produce por causas internas, como apneas, síndrome de piernas inquietas, reflujos…etc.
  • Extrínseco, cuando la causa es externa, como estrés, malas costumbres a la hora de ir a dormir, consumo de sustancias excitantes…etc.

Según su origen es:

  • Orgánico, cuando lo produce una enfermedad.
  • Primario, si no está relacionado con la aparición de otras enfermedades.
  • No Orgánico, cuando se produce por trastornos de tipo mental.

Según su duración es:

  • Transitorio, si dura apenas unos días, por un cambio horario, o una preocupación puntual…
  • De corta duración, cuando no dura más de tres o cuatro semanas y es producido por una situación de duelo, estrés, o una situación de enfermedad aguda.
  • Crónico, cuando se alarga más allá de dos meses y normalmente está relacionado con enfermedades psicológicas.

Además se puede hablar de insomnio de inicio, cuando el problema es que no se llega a conciliar el sueño, o de mantenimiento, cuando tras unas horas de sueño, éste se interrumpe, o si bien no llega a ser nunca un sueño profundo y la persona se despierta continuamente durante la noche.

¿Cuáles son las causas de este trastorno?

Como hemos evidenciado que existen muchos tipos, las causas son muy diversas. Pueden existir problemas de base, como el insomnio primario, en personas que nunca llegan a dormir bien del todo, o un insomnio por problemas físicos, como dolores musculares, o problemas circulatorios que no permiten la inmovilidad de las extremidades inferiores, así como el insomnio relacionado con trastornos que cursan con tos, o mucosidad, o necesidad de orinar en plena noche, que hacen que el paciente se despierte.

Además las causas más frecuentes son los hábitos inconvenientes y las alteraciones cronobiológicas como cambios de horarios por viajes, jet lag, siestas muy largas, trabajo a turnos, depresión, ansiedad, exceso de café, té, alcohol o bebidas con gas y cenas tardías y muy copiosas.

¿Y qué podemos hacer para superar este trastorno?

  • Tratamiento farmacológico, siempre que el médico lo estime oportuno, y siguiendo siempre sus indicaciones. Benzodiacepinas, que se pueden utilizar tanto en trastornos agudos como de larga duración, hipnóticos no benzodiacepínicos para trastornos de inicio del sueño, que suelen ser bien tolerados y sin efectos secundarios, o neurolépticos con efecto sedantes en casos graves, aunque son bastante fuertes y pueden crear adicción.
  • Tratamiento no farmacológico, es el que se dirige a corregir los errores a la hora de ir a dormir, como establecer un horario, dormir en lugares con temperatura adecuada, sin ruidos y a oscuras, no cenar demasiado tarde y hacerlo de forma ligera, adecuar la cama, la almohada y la postura para lograr el máximo de comodidad, evitar alimentos o bebidas estimulantes a partir de las seis de la tarde y realizar ejercicio físico regularmente lo que ayuda a generar hormonas que aceleran el proceso del sueño. Si tienes problemas de estrés o ansiedad prueba a practicar yoga o pilates para relajarte.

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